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Editorial: ¡Abróchense los cinturones!

| 22 mayo, 2023 | Comentario

El sector español del calzado concluyó el pasado año en un ambiente de creciente optimismo. La misma presidenta de la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE), Rosana Perán, nos aseguraba confiada que «los datos muestran que estamos mucho mejor que antes de la pandemia». Y, efectivamente, las cifras corroboraban a finales de 2022 los augurios más prometedores: las exportaciones crecían hasta alcanzar valores récords, el empleo, la producción y la facturación de las empresas indicaban sin lugar a dudas que los niveles prepandemicos se habían recuperado, sino superados. Sin embargo, en un contexto tan volátil como el actual, con factores tan desestabilizadores como una guerra en un margen de Europa o una inflación disparada que afecta a energía, combustibles y alimentos básicos, las previsiones a medio o largo plazo tienden a contradecirse y la cautela se manifiesta como la virtud más necesaria.

De esta manera, en los primeros meses de 2023, la situación parece revertirse, y pasamos de la euforia de fin de año al escalofrío provocado por los indicios de un contexto negativo sobrevenido. Por ejemplo, la última encuesta de población activa (EPA) advierte de que en el primer trimestre del presente año se destruyeron cerca de 8000 empleos, lo que supone un 13,6 % menos que en el periodo octubre-diciembre de 2022. Otros datos negativos vienen de la mano del índice de producción industrial (IPI), el cual señala que en marzo la fabricación de zapatos marcó por segundo mes consecutivo porcentajes negativos (-12,5% con respecto a marzo de 2022). Algo parecido sucede con la facturación de las empresas de la industria del calzado. En este sentido, el índice de cifra de negocios (ICN) del pasado mes de febrero registró uno de los porcentajes de crecimiento más bajos de los últimos dos años y anticipa que, de continuar esta tendencia, la facturación del calzado entrará en porcentajes negativos próximamente.

Tan equivocado nos parece esperar crecimientos desaforados en nuestra industria como prepararse para la gran debacle. No es la primera crisis que sufre el sector; tampoco será la última.

Pero que no cunda el pánico. De igual forma que decimos que, en un contexto tan inestable como el que atravesamos, sujeto a vaivenes impredecibles y difíciles de gestionar, dejarse llevar por un repentino optimismo puede ser peligroso e incluso temerario, zozobrar en la melancolía por los últimos índices empresariales del sector tampoco se nos presenta como la actitud más ajustada a la realidad. Tan equivocado nos parece esperar crecimientos desaforados en nuestra industria como prepararse para la gran debacle. No es la primera crisis que sufre el sector; tampoco será la última.

Los ciclos económicos actuales se caracterizan por ser cada vez más cortos: periodos de breve expansión interrumpidos por bruscas caídas. La debilidad sistémica sugiere que los próximos años estarán dominados por repentinas subidas y bajadas. Conviene acostumbrarse y adaptarse a esta nueva situación. Los nuevos tiempos no será cómodos ni tampoco aburridos. Abróchense los cinturones, porque vendrán más crecimientos con sus correspondientes descalabros.

Descargar editorial de Revista del Calzado, n.º 246:
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Categoría: Actualidad

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