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Y si gana Trump…

| 7 noviembre, 2016 | Comentario

A unas horas para que comiencen las votaciones que decidirán quién presidirá los Estados Unidos durante los próximos cuatro años, las encuestas ofrecen una leve ventaja a la candidata demócrata Hillary Clinton frente a su contrincante republicano Donald Trump. Por el momento, cualquier pronóstico sobre qué sucederá el próximo 8 de noviembre no son más que conjeturas. A la espera de saber si los estadounidenses optarán por las políticas económicas continuistas de Clinton o por el proteccionismo de Trump, las bolsas internacionales, sumamente sensibles a la incertidumbre, llevan días cerrando en negativo ante la posibilidad de que un convencido enemigo del libre comercio desembarque en la Casa Blanca. Es por ello que no pocos analistas del sector se preguntan de qué manera puede afectar la victoria de Trump a la industria mundial del calzado.

Una de las propuestas económicas más controvertidas de las vertidas por el candidato republicano durante la campaña electoral ha sido la referente a la imposición de aranceles especiales que graven en los Estados Unidos las importaciones procedentes de países como China o México. La intención de Trump es compensar la balanza comercial estadounidense con gravámenes del 35 por ciento a las importaciones de productos mexicanos y del 45 por ciento para los que tengan como origen China. Las consecuencias que tendría esta medida en el comercio mundial de calzado son, hoy por hoy, inimaginables; sobre todo si tenemos en cuenta que los Estados Unidos es actualmente la potencia internacional que más pares importa en el mundo (casi 2.500 millones de pares al año). En este sentido, de hacerse efectivo el impuesto extraordinario al calzado chino, tres de cada cuatro pares que pasan las aduanas estadounidenses se verían afectados por un sobrecoste del 45 por ciento, ya que el 76 por ciento de las importaciones de calzado de los Estados Unidos comparte etiqueta made in China (1.881 millones de pares). Para el país asiático, Estados Unidos es su principal mercado de exportación, el cual representa el 19 por ciento del total de sus ventas de calzado en el exterior. Este porcentaje es mucho mayor si nos fijamos en México, cuyas exportaciones de calzado con destino a su vecino norteamericano supone el 75 por ciento del total (20,6 millones de pares).

La intención de Trump es compensar la balanza comercial estadounidense con gravámenes del 35 por ciento a las importaciones de productos mexicanos y del 45 por ciento para los que tengan como origen China.

El establecimiento de aranceles extraordinarios tendría como objetivo proteger la industria autóctona, sin embargo, en el caso del sector del calzado, los Estados Unidos carece de tejido industrial suficiente para absorber la demanda interna de calzado, por lo que estaría abocado a recurrir a los mercados internacionales para abastecerse. En este sentido, la mayoría de los expertos se inclina a pensar que el coste de estos aranceles sería asumido por el consumidor estadounidense.

En cuanto a las importaciones de productos procedentes de la Unión Europea, Donald Trump no ha especificado un gravamen concreto, como sí lo ha hecho con China y México. Por ello, es de prever que no tiene intención de modificar los tratados comerciales existentes entre Estados Unidos y la UE. No así los que están pendientes de rubricar, ya que se ha mostrado absolutamente en contra de refrendar el acuerdo de libre comercio entre ambas potencias actualmente en fase de negociación.

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Categoría: Reportajes

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